top of page

¿Es esto lo que estabas buscando?

Se encontraron 117 resultados para ""

  • Más allá del choque cultural.

    Choque o encuentro de culturas: ¿Cómo nos miramos en las diferencias? La vida me ha llevado a trabajar con personas de orígenes y contextos culturales durante muchos años. En ello han habido muchos retos como mujer, psicóloga y ser humano; algunos de esos retos no fueron ni son fáciles de transitar, pero con el tiempo y con una red de trabajo afectuosa y profesional he podido encontrar nuevas ideas y herramientas para comprender y gestionar los conflictos propios de los espacios de encuentro multicultural. En estos días ultimando detalles para nuestro Taller Internacional de Diálogos Migratorios venía a nosotros el término de choque cultural. Alrededor de este término vamos a dar herramientas, preguntas y reflexiones y hoy te voy a exponer algunas ideas. Ya lo has escuchado muchas veces y lo quiero recordar hoy: Nuestras emociones, afectos, maneras de relacionarnos, valores, aspiraciones, posibilidades, creencias y vínculos, están condicionados por la cultura en la que nos hemos socializado. No es que la cultura nos determine como si fuéramos sujetos pasivos del destino o lo que pasa alrededor, sin embargo, esa "identidad cultural" si nos da los referentes y brújulas para ubicarnos, relacionarnos y nombrarnos en el mundo. Cuando hablo de la identidad cultural, me refiero en este contexto a ese sentido de pertenencia a un grupo, pueblo o comunidad determinado que nos hace valorar positivamente, y en cierta forma replicar, el entorno del cual venimos con todos nuestras herencias y aprendizajes, con sus características propias, más allá de la connotación personal que lleva nuestra propia singularidad. Todo esto puede ser muy positivo y ayudarnos a afianzar nuestra seguridad personal, así como varios lazos de amistad y convivencia, incluyendo coincidencias y confirmando percepciones y convicciones. No obstante esto, este enfoque también puede hacernos creer que hay una sola realidad, una sola verdad, una única perspectiva válida, y confundir peligrosamente las expresiones culturales con reglas que determinan lo que está bien, e incluso lo que es mejor globalmente. Desde esa identidad cultural tendemos a interactuar con distintas personas y grupos al interior de un país o entre países y etnias distintas. Al ser un contacto humano, en ese encuentro intercultural cargamos prejuicios y creencias que a veces guardamos celosa e irreflexivamente y pueden desencadenar en conflicto personales e interpersonales o incluso, en reales crímenes de lesa humanidad. Estas “sentencias culturales” que nos planteamos para juzgar lo nuestro y lo de los demás con frecuencia sobre áreas verdaderamente desconocidas por nosotros, pueden hacernos llegar a conclusiones catastróficas y, lo que es peor, hacernos perder de grandiosas oportunidades de aprendizaje o de ampliación de nuestros horizontes. Cuando trabajamos con personas en contextos migratorios diversos o en nuestra propia vida hemos inmigrado, es importante reconocer que el desplazarse o mudarse a otro país, trae consigo retos de reprogramación de nuestra vida diaria y rutinas vinculadas. El proceso de adaptación a otra cultura ya es estresante y, cuando subestimamos el desafío o nos negamos a aceptarlo, es como chocar la cara en la pared. Por otro lado, volver a casa después de una experiencia de intercambio, prácticas o experiencia laboral en el extranjero, suele empujar a muchas personas a una situación en la que ya no se adaptan a su país de origen: Tus horizontes se expanden, te acostumbras a una vida que no puedes tener en tu tierra natal, de repente, esa experiencia que se suponía era transitoria te abre a un mundo de posibilidades incompatibles con tu rutina anterior. Comprendiendo el choque cultural: Este término, conocido también con el vocablo inglés cultural shock, se refiere al conjunto de reacciones que puede llegar a experimentar un individuo, y por extensión el aprendiente de segundas lenguas o lenguas extranjeras, al entrar en contacto por primera vez con una cultura diferente de la propia, cuyo grado de conocimiento puede ser muy diverso entre individuos. Tal impacto suele tener una variable afectiva y una variable cognitiva. Desde el punto de vista afectivo, es posible que el sujeto experimente emociones como el miedo, la desconfianza, la incomodidad, la ansiedad o la inseguridad. Desde el cognitivo, puede experimentar un conflicto cognitivo entre su conocimiento del mundo por un lado y los marcos de conocimiento, los valores o las interpretaciones propias de la nueva cultura, por otro. Para Kohls (1986) el Choque cultural es el término usado para describir las reacciones más acentuadas de desorientación psicológica que la mayoría de la gente experimenta cuando se mudan por un período prolongado de tiempo a una cultura marcadamente diferente de la propia. Este mismo autor, recomienda no ver el choque cultural como una enfermedad sino como una experiencia de aprendizaje y un hecho natural en el proceso de ajuste a una cultura diferente, inevitable si uno quiere tener el placer de experimentar otros países y culturas profundamente. Por su parte Toffler (1973) advierte que, según la psicología experimental y la endocrinología, exponerse al cambio continuo e intenso repercute profundamente en la salud humana porque la cadena de acontecimientos biológicos provocada por nuestro esfuerzo de adaptarnos al cambio sostenido, a la novedad, y el consecuente estímulo excesivo del medio impone al cuerpo una sobrecarga del sistema nervioso y endocrino. El cambio no es necesariamente negativo, el punto sería cuántos cambios, de qué tipo y por cuánto tiempo vamos a soportar por ejemplo en un proceso de choque cultural. «La persona que sufre el «shock» cultural se ve obligada, como el soldado y como la víctima de la catástrofe, a luchar con sucesos, relaciones y objetos desconocidos e imprevisibles. Su manera habitual de hacer las cosas –incluso cosas tan sencillas como llamar por teléfono– no es ya la adecuada. Tal vez la sociedad extraña este cambiando con gran lentitud; pero para él o ella, todo resulta nuevo. Signos, ruidos y otras claves psicológicas pasan corriendo por delante de él sin darle tiempo a captar su significado. Toda la experiencia adquiere un aire surrealista. Cada palabra, cada acción están llenas de incertidumbre.» (Toffler, 1973). Algunos autores han definido el choque cultural como la pérdida de la operatividad de las estrategias de resolución de problemas que el individuo ha desarrollado en su lengua primera, cuando trata de aplicarlas al contexto de la nueva cultura. Otros han descrito el fenómeno de la aculturación, compuesto de las siguientes etapas: 1) euforia, 2) choque cultural, 3) stress cultural y 4) asimilación o aceptación. Según las investigaciones actuales, se sostiene generalmente que cuanto mayor es la distancia entre la cultura propia y la extranjera mayor es el choque cultural. Sin embargo, la reacción del individuo viene condicionada por los factores personales (como, por ejemplo, la personalidad, la actitud, los conocimientos previos, la experiencia en situaciones de comunicación intercultural o las expectativas creadas en torno a la cultura en cuestión) y los factores socioambientales-económicos-políticos. Además de estos factores, también cabe destacar la importancia del tiempo de permanencia en el país extranjero, el establecimiento de vínculos profesionales y/o personales con miembros de la nueva cultura o la frecuencia de los encuentros con miembros de la propia cultura. Parece obvio que el desarrollo de un determinado nivel de competencia comunicativa y competencia intercultural se corresponde con una mayor habilidad para superar las posibles consecuencias negativas o traumáticas de esta experiencia, sin embargo, se debe aclarar que: No todas las personas viven el choque cultural de la misma manera. No a todas las personas les aplican las mismas estrategias de afrontamiento del estrés aculturativo. No todas las culturas de acogida se comportan de la misma manera con el o la inmigrante. No es Frustración pues no es el producto de un evento específico o de una cadena de ellos; más bien proviene de la experiencia de encontrar maneras de hacer, organizar, percibir, o valorar las cosas en forma diferente de la propia, la cual amenaza la básica e inconsciente creencia de que las costumbres, asunciones, valores y conductas propias son las «correctas». No aparece repentinamente o tiene una causa principal única; en lugar de ello es acumulativa, se va construyendo lentamente, de una serie de pequeños eventos difíciles de identificar. Para algunos autores, el choque cultural generalmente ocurre en etapas y la reacción de la persona varía dependiendo de si se siente inadecuado o familiarizado con la cultura del país de destino, por ejemplo, según la duración de la estadía o el trámite de visado. Cada etapa influye en la percepción de cada experiencia en el extranjero y del país, diversos autores mencionan las siguientes etapas: La etapa de encantamiento La etapa del desencanto La etapa de resolución La etapa de adaptación En nuestro Taller Internacional de Diálogos Migratorios sugeriremos estás etapas con base en nuestra experiencia personal y profesional: Fase 1: Confusión Fase 2: Irritabilidad y hostilidad Fase 3: ¡Ábrete sésamo! Así mismo daremos herramienta para trabajar, entender y profundizar en este tema interesante y complejo. Te invitamos a conversar de nuevas maneras alrededor del choque cultural. ¡Te esperamos en este espacio! Te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas. ¿Ya escuchaste nuestro último Episodio para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta Bibliografía: Oliveras, A. (2000). Hacia la competencia intercultural en el aprendizaje de una lengua extranjera. Estudio del choque cultural y los malentendidos. Madrid: Edinumen, Memorias para el aprendizaje, Serie Máster E/LE Universidad de Barcelona. Rodrigo Alsina, M. (1999). Comunicación intercultural. Barcelona: Anthropos, Colección Autores, Textos y Temas Ciencias Sociales, n.º 22. Consejo de Europa (2001). Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas: aprendizaje, enseñanza y evaluación. (2002) (http://cvc.cervantes.es/obref/marco). Ministerio de Educación, Cultura y Deporte - Instituto Cervantes - Anaya, 2003. Byram, M. y Fleming, M. (1998). Perspectivas interculturales en el aprendizaje de idiomas. Enfoques a través del teatro y la etnografía. Cambridge: Cambridge University Press; Madrid: Cambridge University Press Colección Cambridge de Didáctica de lenguas, 2001. Larsen-Freeman, D., Long, M. (1994). Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas. Madrid: Gredos. Valdés, J. M. (ed.) (1986). Culture Bound. Cambridge: Cambridge University Press.

  • Perdonar es retomar el control y el poder de tu libertad.

    Todos los seres humanos tenemos una herida sagrada. A veces una situación, los cambios, el migrar, una persona o un evento inesperado, activan ese dolor oculto. Esa herida viene de historias que no tramitamos de manera adecuada, de historias de nuestra infancia de incomprensión o de historias que creímos haber sanado pasando rápido y de largo en ellas. Las causas son en el fondo las mismas para todos. En la búsqueda de ser amado o de dar amor, pasan muchas cosas. Nos mienten, mentimos, nos hieren, herimos, nos engañan, engañamos, nos lastiman, lastimamos, nos humillan, humillamos, nos burlan, burlamos. Nos enseñan en la infancia a cómo nombrar el mundo y las emociones según las creencias establecidas y nos dividen en lo positivo y lo negativo y así nos encontramos en la adultez sin saber dónde poner y cómo tramitar la rabia o la tristeza. Y es que no hay tal, quedarse estáticamente en cualquier emoción es sólo una ilusión del ego. Trabajando con mujeres a lo largo de estos años y con niños en primera infancia, he visto en mis espacios de consulta psicológica la inocencia que se esconde en todas las emociones y lo peligroso que resulta reprimirlas o dividirlas en buenas o malas. En mi vida personal, también he sido herida y me he sentido herida. Siempre hago todo con la mejor intención, ayudo, entrego, regalo, abro las puertas de mi casa, de mi empresa y de mi vida sin pensar si saldrá bien o mal. A lo largo de los años, me he podido dar cuenta que algunas cosas salen bien y otras no, que algunas personas entienden de qué se trata esto y otras no, que algunas personas tienen la intención de hacer daño y otras no, que algunas personas entienden que construir es hacerlo juntos y otras no, que algunas personas entienden que en la vida he cambiado y otras no, que algunas personas entienden que se vino a la tierra a vibrar alto y otras no, que algunas personas se esfuerzan en figurar y otras no, que no todos corresponden lo que con amor entregas y que algunas personas viven y mueren sin saber qué es el perdón. Yo preferí que la profundidad con la que veo mi vida se convirtiera en mi mayor practicidad y descubrí que el perdón no significa que me lo aguante todo, que olvide todo, que me reconcilie, que busque reparación o que permita que otros abusen, sino que libero y me libero de la culpa para poder aligerar la carga y vibrar más alto. La vida es lo que es y somos nosotros los que la interpretamos. Por problemas más pequeños que los míos muchos se han suicidado, con mucho más dolor en el corazón, otros en cambio, han entendido que no hay más salida que el perdón. Perdonar es un proceso de reconocer el dolor del que hemos sido presas, el dolor que nos ha hecho tener máscaras o escondernos tras defensas, es liberarnos de la culpa y del afán neurótico de pensar en lo que se hizo mal y de qué hubiera pasado si lo hubiera hecho de otra manera. Los sucesos son los que son y nuestro poder está en renacer en ellos y con ellos como el ave fénix. Perdonar es dejar la culpa y la rabia para caminar ligero sin dejar de amar, y confiar en que la inocencia de la vida nos protege y acompaña en cada paso. . Gracias a los comentarios que recibí en las historias compartidas de mis redes sociales, en las consultas personales que varias mujeres me hicieron sobre alguna experiencia dolorosa en su vida que les ha costado tramitar y liberarse de ella, y finalmente, gracias a las mujeres que han decidido asistir a consulta conmigo e invertir en calidad y calidez en su salud mental, te presento a continuación algunas claridades sobre el Perdón: ¿Qué es perdonar? En 2016, la Asociación de Psicología Americana (APA) publicó una recopilación de investigaciones en torno a la psicología del perdón y la reconciliación en el ámbito de conflictos con repercusión a escala social y familiar. En el documento, titulado «Forgiveness: A Sampling of Research», la APA define el perdón como un proceso (o el resultado de un proceso) que involucra un cambio en las emociones y actitudes hacia un ofensor que disparo una experiencia de victimización, dolor o vulneración. El perdón es un proceso complejo que necesita de transformaciones profundas en las concepciones que tiene una persona sobre un hecho. Estos cambios incluyen componentes, tanto cognitivos como afectivos muy importantes. Cuando nos hemos visto envueltas en las consecuencias de hechos difíciles, dolorosos, traumáticos o violentos y no hemos hecho un cierre adecuado de ellos, experiencias de desamor, venganza, hostilidad, abandono, agobio, desesperanza, rabia, frustración, tristeza, miedo, desconfianza y competencia vuelven a nuestra vida en forma de patrones de comportamiento que se repiten en circunstancias y con personas diversas. . Las experiencias de No perdón en nuestra vida, se asocian con eventos de estrés, ansiedad, tristeza, consecuencias en nuestra salud física de diferente índole y dificultades en establecer y mantener patrones de relación auténticos, seguros y perdurables en los vínculos con los otros. ¿Qué no es perdón? El perdón es un proceso independiente que no debe ser confundido con excusar, condonar, indultar ni olvidar. Según la APA, todos estos son, a la vez, procesos individuales que involucran otro tipo de concientización y no conllevan los mismos resultados. De este modo PERDONAR NO ES: - Excusar implica tomar la decisión de no responsabilizar a una persona o grupo por una acción. - Condonar supone que no vemos la acción como negativa o inadecuada y que no consideramos necesario perdonar a su autor. - Indultar equivale a absolver a una persona de las acciones hirientes por los que había sido condenada, y le corresponde únicamente a una figura social representativa. - Olvidar es hacer una suerte de amnesia temporal ¿Qué te permite el perdón? - Una mejora en la salud física y mental - Una restauración del sentido de empoderamiento personal - Una posibilidad clara y sana de relación entre la situación desencadenante y tu presente - Una sensación de esperanza por la resolución de un conflicto - Un cambio consciente de tus esquemas de vínculo afectivo con otros - Una experiencia de liderazgo total sobre tu libertad de Ser y Hacer - Una reestructuración evolutiva de tus procesos de aprendizaje, socialización y logro de metas - Una conexión con el presente, la creatividad y la pasión - Un enamoramiento profundo y no narcisista de ti misma y tu grandeza - Una validación y riqueza de tu experiencia emocional, espiritual e intelectual - Un respiro profundo a tus relaciones sobre la base del agradecimiento, la ternura, la verdad y la autenticidad . ¿Hay pasos para el perdón? Están de moda los procesos ligeros que te invitan a seguir rutas para “liberarte” de cargas en tu vida, y yo, que he recorrido el Coaching con perspectiva Cuántica y Ontológica, que he caminado en escenarios espirituales e indígenas, que he estudiado procesos psicológicos diversos y que he hecho mi propio camino del perdón, te puedo decir que no hay fórmula única y que el real perdón se logra tras vivir procesos profundos de autoconocimiento y sanación espiritual y emocional de la mano de maestros y profesionales expertos, de espacios de autorreflexión y soledad con propósito, y de compañía de mujeres y hombres conscientes. Por esto no hay formulas únicas, sino que somos nosotras las autoras de los mejores y más bellos procesos de sanación en la búsqueda y reconexión con nuestro Ser auténtico. Algunas ideas que son claves para perdonar son las siguientes: El perdón es para quien lo concede, no para quien lo recibe. Dirigirse al perdón es reconocer qué, cómo, dónde, por qué y para qué experimentamos el dolor, la rabia, la frustración y el sentirnos heridas con algo o alguien. Es darse la posibilidad de vivir y sentir todo a profundidad incluyendo lo que nos cuesta, incluyendo el sentirnos víctimas porque efectivamente lo pudimos haber sido. Es no evadir estas experiencias, sino mirarlas, nombrarlas y reconocer su presencia en nuestra vida. Una vez hecho esto, es importante entender cuál fue el contexto (situaciones) de esas emociones y entender que acercarnos al perdón será una experiencia que es por y para nosotras, pues puede que nos encontremos con que el otro(a) no esta preparado para entender, recibir ni escuchar o que simplemente ya no este disponible para hacerle llegar nuestro mensaje. El perdón es ubicarnos en el presente, honrando lo vivido. Una vez validadas las emociones, es necesario dirigirnos a la experiencia de la Empatía primero hacia nosotras mismas, dándonos amor propio en el sentido de reconocer que las cosas que ocurrieron se dieron desde el nivel de consciencia que los demás y nosotras teníamos en ese momento, y por tanto lo único que podemos cambiar es la experiencia presente de liberarnos de la culpa y la rabia para tornarlos en energía creativa. En este lugar me ha maravillado ver en mi consulta, cómo mujeres de diferentes partes del mundo han convertido experiencias de dolor, abandono, traición, enfermedad, desamor o violencia que vivieron en pareja, familia, amigos, negocios, trabajos o a nivel social y político; en experiencias de creatividad, empoderamiento personal y fuente de creación y servicio para ellas, el mundo y sus familias con resultados asombrosos de emprendimiento, pasión y vitalidad. El perdón toma (y debería tomar) tiempo. La obsesión con el perdón es tan malsana como la obsesión con la venganza. Perdonar, dice Luskin, toma tiempo y uno debe tener plena conciencia de ello para evitar ejercer presión sobre sí mismo y «dejar que las heridas sanen y que la mente se recupere». Cuando se trata de conflictos o experiencias significativas y de impacto, la psicoterapia es fundamental para ayudar a las personas a asimilar lo ocurrido y apoyar el proceso de perdón, que tampoco tiene por qué suponer un proceso de reconciliación, sino de liberación personal. Te abrazo y espero en Psicoterapia. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • "Darle tiempo al tiempo"

    He escuchado mucho esta idea: “Hay que darle tiempo al tiempo” Hace unos años estuve en una comunidad indígena. Allí un Taita (el líder de la comunidad, el sabedor, con años de conocimientos) y yo, estábamos hablando del momento en el que las cosas suceden. ¿Te ha pasado que has esperado algo por mucho tiempo y no se da? . ¿O algo que esperaste mucho y finalmente se dio 😊? . O alguna vez pasaste por esas situaciones en donde alguien te decía “Démonos un tiempo” . O te dijiste a ti misma en algún momento “necesito tiempo” . O tal vez has pasado por esos momentos en donde dices “no tengo tiempo” o donde alguien te dice “cuando tengamos tiempo” . O te ha pasado que has esperado con ansiedad que “el tiempo llegue” En fin, el tiempo… ¿en qué tiempo estás ahora y qué estás haciendo con el tiempo que tienes? ¿Cuál es la intención mental, emocional y de alma que le estás poniendo a las experiencias y personas en las que inviertes tu tiempo? Recuerda que tus intenciones conscientes o no, son las que construyen tus resultados. Hay presiones de llenarnos de ocupaciones y de cosas que “valgan el tiempo que inviertes en ellas” y la verdad te digo que el tiempo es el don más preciado, el regalo que te da la divinidad y te tiene leyendo esto y a mí escribiéndolo. Es el regalo que le das a los que están a tu alrededor y a lo que haces a cada paso. No te confundas. El tiempo ni su valor lo miden las cosas que acumulas; realmente lo dan las certezas que sueltas, los pasos que arriesgas, lanzarte sin evidencia por lo extraordinario en tu vida. Y debes saber que eso va a implicar incomodidades, distancias, partidas y rediseños. Al final siempre valdrá la pena. Arriésgate, abraza tu tiempo, tus tiempos. El Taita me explicó que en la mitología griega hay dos palabras para referirse al tiempo. Por un lado está la palabra Cronos, que se refiere al tiempo cronológico y secuencia (mira tú reloj en este momento, ese es Cronos); y por otro lado está Kairos, que se refiere al momento indeterminado donde las cosas especiales suceden, ese que no controlas ni mides, pero que si persistes, sin duda obtendrás los resultados… este Cronos es el que nos permite trascender, confiar, tener fe, sembrar árboles, educar a nuestros niños… porque no sembramos para ya sino para el futuro, confiados en que sucederá. Tú: cree, persiste, insiste, resiste, crea, cultiva… todo llega y nada se queda para siempre. Te abrazo.

  • 5 pasos para entender las heridas emocionales.

    “Cuando una mujer toma la decisión de abandonar el sufrimiento, la mentira y la sumisión. Cuando una mujer dice desde el fondo de su corazón: ‘Basta, hasta aquí he llegado’. Ni mil ejércitos de ego y ni todas las trampas de la ilusión podrán detenerla en la búsqueda de su propia verdad. Ahí se abren las puertas de su propia Alma y comienza el proceso de sanación. El proceso que la devolverá poco a poco a sí misma, a su verdadera vida. Y nadie dijo que ese camino sea fácil, pero es ‘el Camino’. Esa decisión en sí abre una línea directa con su naturaleza salvaje y es ahí donde comienza el verdadero milagro” Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida conforman nuestras heridas emocionales. Estas heridas pueden ser múltiples y podemos llamarlas de muchas formas: traición, humillación, desconfianza, abandono, injusticia, engaño.... y a su vez, van asumiendo en el transcurso de nuestra vida diversas máscaras: desconfianza, egocentrismo, crítica, rabia, prepotencia, miedo, evitación y hasta violencia. Ya me habrás escuchado en reiteradas ocasiones de decir que podrás recorrer el mundo entero, pero tendrás que volver a ti. Y es que podrás recorrer diversos caminos y fórmulas de sanación, pero hasta que no te confrontes con tu memoria emocional, hasta que no cierres en amor, profundidad y trabajo psicológico viejos patrones de relación (aprendidos, heredados o elegidos), todo vendrá nuevamente en nuevos personajes y situaciones hasta que elijas ir profundo y amorosamente en ti y aprender las lecciones necesarias para tu evolución. Y esas lecciones te servirán para tener una vida profesional, ocupacional, laboral, familiar, social, romántica, sexual, económica, física y espiritual, mucho más sana, integrada y libre. A veces vienen personas y situaciones que nos retan, nos dañan, nos duelen o simplemente nos incomodan, esas personas encaran espacios que nos recuerdan desde diversos niveles nuestras heridas sagradas. Entonces no sólo basta con alejarse o cortar con esas relaciones (ahora que está de moda decir que basta con alejarse o cortar relaciones tóxicas), se trata también de recibir cuidadosa y afectivamente, lo que ellas reflejan de nuestra estructura mental, vital y emocional. 1. Recibe la herida como parte de tu aprendizaje. La herida existe, puedes estar o no de acuerdo con el hecho de que existe, pero el primer paso es aceptar esa posibilidad. Según Lisa Bourbeaur, aceptar una herida significa mirarla, observarla detenidamente y saber que tener situaciones que resolver forma parte de la experiencia del ser humano. No somos mejores o peores solo porque algo nos haga daño. Haberte construido tu coraza de protección es un acto heroico, un acto de amor propio que tiene mucho mérito pero que ya ha cumplido su función. Es decir, te protegió de los ambientes que te dañaron, pero una vez que la herida está abierta y la puedes ver, es momento de pensar en sanarla. Aceptar nuestras heridas resulta muy beneficioso, entre otras cosas, porque nos ayudará a no querer cambiarnos a nosotros mismos. 2. Considera el hecho de que lo que reprochas de los demás, lo haces tú también. La voluntad y la decisión de sobreponernos a nuestras heridas es el primer paso hacia la paciencia, la compasión y la comprensión con nosotros mismos. Estas cualidades que desarrollarás para ti mismo, irás desarrollándolas para con los demás, lo que alimentará tu bienestar. A veces no nos damos cuenta de que ponemos nuestras expectativas vitales en los demás, esperando que suplan nuestras carencias y que colmen nuestras esperanzas. Lo cierto es que nuestro comportamiento lleva a anular nuestras relaciones y gran parte de nuestra vida, generando gran malestar porque los demás no responden como esperamos. 3. Date el permiso para enfadarte con aquellos que alimentaron esa herida. Cuanto más nos dañen y más profundas sean nuestras heridas, más normal y humano resultará culpar y sentir enfado hacia quien nos perjudicó. Date permiso para enfadarte con ellos y perdónate a ti mismo. De lo contrario, desahogarás todo ese rencor contigo mismo y con los demás, pues si lo haces es como si estuvieras arañando tus heridas de forma constante. Sentirse culpable dificulta el perdón, pero liberarnos de esa culpa y el rencor es la única forma de sanar nuestras heridas. También es necesario perdonar, pues debemos aceptar que las personas que hieren es probable que lleven dentro un profundo dolor. Nosotros mismos dañamos a los demás con las máscaras que nos ponemos para proteger nuestras heridas. 4. Ninguna transformación es posible si no aceptamos nuestras heridas emocionales. Estas heridas emocionales te van a enseñar algo, aunque es probable que te cueste aceptarlo porque nuestro ego crea una barrera de protección bastante eficaz para ocultar nuestros problemas. He visto muchas mujeres con máscaras del ego disfrazadas de éxito y libertad, y en eso, terminan pasando por encima de relaciones, personas y en desconexión total de empatía por ellas mismas y su entorno. Lo cierto es que, normalmente, el ego quiere y cree tomar el camino más fácil, pero en realidad nos complica la vida. Son nuestros pensamientos, reflexiones y actuaciones los que nos la simplifican, aunque nos parezca demasiado complicado por el esfuerzo que requiere. Intentamos esconder la herida que más nos hace sufrir porque tememos mirar de frente a nuestra herida y revivirla. Esto nos hace portar máscaras y agravar las consecuencias del problema que tenemos, pues, entre otras cosas, dejamos de ser nosotros mismos. 5. Date tiempo para observar cómo te has apegado a tu herida. Lo ideal es deshacernos de estas máscaras cuanto antes, sin juzgarnos ni criticarnos, pues esto nos permitirá identificar cómo debemos tratar nuestras heridas para sanarlas. Es claro que Sanar es un proceso. El tema no es olvidar o no sentir dolor, el tema es adquirir en proceso psicológico, consciente y de introspección, diferentes niveles de consciencia sobre nuestras emociones y no permitir que el miedo, la angustia, la ansiedad, la tristeza, la dependencia, la soberbia, el egoísmo, la frivolidad, la rabia, el temor, la desesperanza o la ansiedad se apoderen de nosotros y nos impidan aprender e ir profundo de corazón a corazón en nuestros viajes, migraciones, relaciones y retos. Te abrazo y espero en Psicoterapia. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Las mujeres fuertes son las que se construyen unas a otras.

    "We own our emotions, they don't own us" Cuando digo que soy una mujer sanando: No significa que ya esté sanada...Significa que me hablo a mí misma hablándote, buscando la manera de sanar cada día. Las mujeres se sientan en círculo, cara a cara a donde van; en las tardes de encuentro en parques, centros comerciales, museos, bibliotecas, salones, montañas, malokas, cultivos o cafés hasta que la noche las alcanza..Se reúnen para reafirmarse, hallarse, conectarse, relatarse, mezclarse y hasta huir. Tienen en su esencia el fuego creador otorgado por la naturaleza: así encienden (se encienden), iluminan la vida de otros con su paso. Calientan las manos, las ideas, la comida. Amasan el  amor, las palabras, las caricias, la creación de la que son fuente y fin. Conocen de la ceniza, porque renacen de ella, porque se pierden en ella, y a veces, creen morir en ella. Los encuentros de mujeres son espacios para replantear las ideas naturalizadas que nos limitan e impiden nuestro pleno potencial de desarrollo. Actualmente por ejemplo, hay un fanatismo idealizado sobre la búsqueda de la felicidad y cómo ser felices en cada instante; lo cierto es que la felicidad no es un asunto de definiciones ni maneras únicas. El gran reto de una mujer empoderada, es cómo asumir y relacionarse de manera armónica con el cambio, tendiendo claro que no es la motivación lo que la sostiene, sino una visión clara sobre sí misma. Juntas podemos construir el camino en estos nuestros procesos de cambio y de migración.

  • Aquí y ahora: cómo vivir en tu presente

    ¿Dónde estás cuando no estás? ¿Qué crees que pasa cuando solo está tu cuerpo en el presente? ¿Quién va a devolverte el tiempo que no estuviste en el aquí y el ahora? Hagamos una pequeña autoevaluación: ¿Te cuesta mantener la atención en una sola tarea, viviendo predominantemente en formato multitarea ? ¿Tienes la sensación de estar perdiéndote el día a día de alguna manera? ¿Te resulta complicado sentarte sin ninguna finalidad? Mientras realizas una actividad, ¿sueles estar pensando en la que viene a continuación? ¿Te descubres a ti misma con frecuencia fuera del momento y tienes que obligarte a volver de vez en cuando? ¿Te provoca ansiedad anticipar situaciones futuras que después ni siquiera llegan? ¿Crees que le das muchas vueltas a lo que ocurrió en el pasado, repasando una y otra vez las escenas vividas? ¿Ves algunas fotos tuyas y te cuesta reconocer el momento, como si no hubieras sido plenamente consciente en aquel entonces? Algunas claves para estar más en el aquí y el ahora 1. Observa tu pensamiento Hay una obsesión en el último tiempo, porque las personas vivan en felicidad suprema (vista como comodidad), y eso por supuesto, es un anhelo ambicioso; sin embargo, no es un anhelo que permita cultivar la consciencia plena ni que permita ampliar el pensamiento y la creatividad. Las teorías del aprendizaje y una experiencia tan cotidiana como observar los niños pequeños a nuestro alrededor, nos enseña que es a través del reto, de la incomodidad, del desajuste y de experiencias fuertes y confrontativas, que aprendemos. Así que es importante que reconozcas experiencias emocionales diversas porque es la única manera de desarrollar habilidades de empatía hacia ti misma y hacia los demás; así como es importante volverse una auto-observadora del propio pensamiento, dado que solemos identificarlos con él sin entender que es la herramienta neuronal, trascendente y vital para percibir el mundo y que esta sesgado según la propia experiencia y lugar del observar. 2. Regresa Cuando te sorprendas a ti misma rumiando en el pasado, piensa realmente lo que estás dejando de vivir en ese instante por retrotraerte a algo que ya no está y que no se puede modificar. Vuelve a ti y hazlo con la compañía de manos profesionales como psicoterapeutas y expertos en salud mental y bienestar emocional. 3. Vive además de planificar Invertir un tiempo en planificar los pasos a seguir para su consecución es un aliciente para la evolución, sin duda. Sin embargo, no te olvides de disfrutar en el proceso, empieza a pasártelo bien desde el minuto uno en el que diseñas el boceto de lo que vas a vivir dentro de un tiempo. Procura que tu presente tenga un sentido por sí mismo, que no se convierta sólo en un medio para alcanzar algo futuro. 4. Conecta con tu emoción presente, sea la que sea A veces tendrás que pasar por un periodo complicado. Puede que sientas dolor, rabia, tristeza o miedo. Puede que tiendas a evitar esa emoción, negarla o incluso concentrarte constantemente en cuándo dejarás de sentirla. Déjala estar, piensa que tiene su razón de ser y alguna función o aprendizaje subyace. En cualquier caso, es el sentimiento que pertenece a este fragmento de tu vida aquí y ahora. Lo que sientes hoy, aquí y ahora, es una señal de que estás viva. 5. Busca un momento para hacer "no hacer" Suena extraño, lo sé, pero es difícil encontrar momentos para no hacer nada. Y cuando los encuentras, te sientes rara así, sin más, dejando que transcurra segundo a segundo y asistiendo como espectadora y protagonista a ello. Rescata algún instante para tu desconexión, deja que tu mente se vacíe, sin juzgarte por ello. Crea algún paréntesis que no te obligue a ser productiva, simplemente permítete estar en el mundo con los otros, tal y como tú eres, sin necesidad de hablar, realizar o expresar. Escucharás de nuevo a tu ser pensante y resistente que te sacudirá con «¡estás perdiendo el tiempo sin hacer nada!» Y podrás replicarle: «al revés, estoy ganando consciencia de ser y estar, no hay pérdida» *Basado en las reflexiones de Patricia Córdoba Te abrazo y espero en Psicoterapia. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Tiempo para elegir y expandir el gozo en ti! Yo y la cuarentena.

    Estar en cuarentena o verse obligado a estar segregado y aislado de la comunidad, familia, trabajo y rutina cotidiana ha sido una experiencia contrastante que le implica a la mente, el cuerpo y las emociones ponerse en un escenario retante, inesperado e incierto; a raíz de ello, han llegado personas a mi consulta con experiencias o cuadros de estrés, angustia, ansiedad, depresión y otras consecuencias en salud mental. Entonces: ¿Cuáles son esas consecuencias? y ¿Cómo se pueden manejar? ¿Qué pasa en la mente durante la cuarentena? Según Samantha Brooks del King’s College de Londres cuando alguien es privado de su libertad, por motivos de salud, desarrolla reacciones muy variadas, normales y en general manejables, dentro de esas circunstancias. Las experiencias más comunes se relacionan con la Ansiedad, la Depresión, el Pánico y la Rabia. Estas experiencias se expresan de manera mental, emocional y física desencadenando una serie de sensaciones, estados de ánimo y pensamientos repetitivos (en muchos casos catastróficos) relacionados con la potencial perdida de estabilidad laboral, personal, familiar, social, económica y de pareja; el miedo a perder la salud, el empleo, el impulso económico, los vínculos sociales, el estado nutricional e incluso la propia vida o la de nuestros familiares, surge como expresión de la incertidumbre generada por las medidas de aislamiento. Si bien muchas personas transitan este tiempo como una oportunidad de descanso y desarrollo de otras actividades en casa, un gran número de mujeres y hombres de diferentes condiciones, contextos sociales, orígenes y edades, están entrando en episodios de ansiedad con el paso de los días; algunos de ellos pueden tener como consecuencia incluso, el desarrollo del síndrome de estrés postraumático (SEPT). La experiencia y vivencia de este tiempo de cuarentena va a depender y también variar, según la persona transite sola o en compañía de soporte social, médico y/o familiar este tiempo. En términos generales los pasos emocionales que dan curso en esta cuarentena son: La llamada: ¡Hay un nuevo virus en China! Empiezan los rumores, las especulaciones, la desinformación, las redes sociales revientan en voces de aliento y catástrofe. Empezamos a sentir que esto circula por el mundo. Negación: Entramos en un momento en el que no creemos que lo que sucede se va a extender, pensamos: Esto no va a ocurrir acá, todo pasará rápido, esto no es tan grave, alguien está detrás de todo esto y se revelará, nosotros somos inmunes a esto, no tenemos tiempo para pensar en eso. Rabia: Ante la inminencia de los sucesos una crisis de mi Yo controlador surge y se expresa en cosas como: ¿Por qué no se han tomado medidas antes?, ¿Por qué todo se junta y me pasa esto justo ahora?, ¿Cómo van a tomar esas medidas?, Todo sería distinto si yo hubiera tomado precauciones, ¿Por qué mi familia o seres queridos actúan así? Miedo: El miedo como una de las emociones básicas de los seres humanos surge en manifestaciones físicas y de pensamiento ante amenazas y peligros del medio; en un momento, este miedo se convierte en pánico y me inmoviliza en mi capacidad de pensarme y moverme independientemente de las circunstancias: ¿Qué me va a pasar?, todo se va a acabar, nos será muy difícil recuperarnos de esto, ¿Cómo voy a sobrellevar mis procesos si justo ahora pasa esto? Aceptación: Cuando nos permitimos nombrar las emociones, dudas, temores, pensamientos y preocupaciones que tenemos e ir contactando con fuentes y personas FIABLES, PROFESIONALES, AMOROSAS y SEGURAS, entras en un proceso de contención en el que puedes decantar y decir lo que vives y sientes, así como conectarte con otras posibilidades. Nuevos hábitos y confianza: El silencio y el aislamiento nos pone en la tarea de conectarnos con nosotros mismos y con nuestras emociones, nos confronta con el maravilloso desafío de reinventar nuestra cotidianidad, de reinventarnos en nuestras prácticas de autocuidado y en nuestras relaciones personales y familiares. Acá entra la creatividad y el gozo de saber que somos resilientes y podemos atravesar desafíos emocionales de la manera más amorosas hacia nosotros mismos. La pandemia pasa: Hemos descubierto nuevas maneras de relacionarnos, hemos usado la virtualidad para estrechar los lazos con los que amamos o dejamos de hablar antes de que todo sucediera; hemos dedicado tiempo para leer, pensar, meditar, ejercitarnos, escribir, ilusionarnos, orar, hacer proyectos, ordenar, inventar recetas y explorar nuestro cuerpo, placer, vida, sueños y relaciones. Sabemos que no se trata de que todo se vuelva más fácil, sino que somos dueños de nuestra capacidad de esperanza, reinvención, gozo, conexión, pasión, creación y amor desde las acciones íntimas, cotidianas, silenciosas, honestas, auténticas y sencillas. ¿Cómo aprovechar la cuarentena para conectarme con el gozo vital? Hay mucho por hacer, y al final todos vamos a terminar siendo mejores personas que antes de la cuarentena y si una pérdida llega, tendremos personas y medios empáticos a nuestro alrededor para cuidarnos y alentarnos. La gran mayoría de los individuos y las familias terminan adaptándose bien, del mismo modo, como la mayoría de las personas que experimentan un trauma, terminan superándolo sin síntomas de SEPT. Nunca antes los elementos de mindfulness, autocompasión y de psicología fueron tan trascendentales en la salud pública y el bienestar individual y familiar. Aquí unas ideas, basados en la evidencia científica, para pasarla lo mejor posible durante la cuarentena: 1. Aceptación Perdemos tiempo y energía psíquica peleando porque esta situación se está presentando. Y preguntándonos demasiado ¿por qué? o ¿por qué a mí? Desde luego que como humanidad y como individuos debemos reflexionar y aprender muy bien las lecciones sociales, medioambientales y epidemiológicas de esta pandemia y vale la pena dedicar un tiempo a reflexionar, cada uno o en familia, sobre estas preguntas. Reflexionar constructivamente sí; reprochar paranoidemente, no. Quien resiste y fantasea es tu ego, así que recuerda que todo pasa y no te pasa sólo a ti ni es el mundo en tu contra. También es importante que, si tu eres una persona muy positiva y los demás no lo son, entiendas que no eres más evolucionado…Respeta, asume y suelta los procesos emocionales que hay en el ambiente. 2. Vive el presente Al estar en confinamiento, vive un día a la vez y cada día lo mejor posible. Recuerda que todo va a terminar y nada se queda para siempre. Un día a la vez, tomando y soltando, haciendo belleza del caos. Busca deliberadamente el gozo y el placer a través de la comida, tu cuerpo, tu hogar, las llamadas a la distancia, la pintura, los libros pendientes, los mismos a los que amas, los tiempos en silencio en tu cuarto, las series inspiradoras, la ayuda a alguien que lo necesite enviando oración, alimentos, ropa o apoyo moral. Todo el tiempo deberíamos vivir en consciencia del presente, y esto vino a recordarlo. 3. Maneja el tiempo Vive lo mejor posible cada momento presente, cada día. El tiempo no te rige, no es tu dueño, tú eres el artista del lienzo del presente. Ponte la meta de compartir tiempo con los que amas cerca o lejos, de crear para tu cuerpo, paladar y sentidos, traza metas diarias y semanales. Un día a la vez, con la consciencia de siempre: De la profundidad del presente. Si estás pasando por situaciones de riesgo, en urgencia de vida contacta a personas y organizaciones que te apoyen y protejan. 4. Mantén tu actividad física Planea todos los días sesiones de ejercicio físico en tu horario de actividades. Los humanos tenemos años de evolución en un sistema nervioso que se recrea todo el tiempo, así que hagamos honor a la creatividad en casa. Tu cuerpo es tu máquina, tu cuarto tu gimnasio. 5. Medita Nunca antes como ahora se hace tan palpable la necesidad en salud pública de que todas las personas, independiente de su nivel educativo, cultura o estrato socioeconómico, conozcan y practiquen arduamente algún ejercicio de mindfulness o atención plena. Está comprobado científicamente que la meditación tipo mindfulness es la mejor herramienta que existe para reducir el estrés 6. Permanece en conexión emocional Es trascendental combatir la ansiedad, la depresión y la irritabilidad generadas por el aislamiento, con una mayor conexión humana. Contacto humano significativo hacia afuera con videollamadas cálidas y amorosas con familiares y amigos, estén o no en la misma situación, ¡acciones sociales a través de redes sociales y por supuesto… Cuentas conmigo! No olvides conectarte contigo a través del deleite de los sentidos, el cuidado de tu cuerpo, pensamiento y salud, la limpieza y armonización del espacio en el que vives, la delimitación de tus tiempos de teletrabajo, ocio y preocupación, la conexión espiritual con tu intuición y el movimiento constante de tu mente y cuerpo. Descubrirás cuánto puedes crear sin salir de casa! 7. Haz un acuerdo de paz familiar La irritabilidad es una reacción normal ante la cuarentena. Cualquiera, aún en el mejor de las disposiciones, pierde la paciencia al verse obligado a estar confinado en un espacio reducido, sin poder salir, las 24 horas del día, por dos o tres o más semanas. Trabaja los roces al interior de tu familia con redes de amigos, profesionales y pactos de amor, ternura, tiempo fuera, respeto por los tiempos y procesos personales, juegos de mesa, cuidado por los vulnerables y conversaciones pausadas, respetuosas, sencillas y claras. Te abrazo y espero en Psicoterapia, Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Me rindo ante el perdón: Los 4 perdones.

    El corazón y el cerebro necesitan ejercitarse desde el alma y la acción comprometida. Ambos coexisten en movimiento, en la danza del dar y recibir, de soltar y retener. La fuente de la sanación y del equilibrio reside en ellos. Trabajar en ellos lleva IRREMEDIABLEMENTE a que nuestro cuerpo y relaciones fluyan armónicamente en medio de todas las emociones. En consulta me he encontrado con que una experiencia que limita el poder creativo de nuestro Ser es la *culpa* : Nos culpamos por lo que fue, lo que somos y lo que será. O culpamos a otros por lo que hicieron, hacen y harán. La culpa que reside entre el corazón y la mente y nos limita el poder creativo de las emociones. Y allí el *Perdón* es la clave sanadora. Virgina Gawel habla de 4 niveles de Perdón que sólo se logran al entender que se necesita *tiempo, silencio y trabajo psicológico* para vivir plenamente el perdón en nuestra vida removiendo memorias de la infancia y haciéndonos responsables del presente. Hay cuatro perdones con los que necesitamos trabajar para sanear nuestra vida íntima: Primer Perdón: No podemos, entonces, decidir “Te perdono”. Pero sí podemos decidir colaborar conscientemente con ese proceso. Este trabajo psicológico, sin embargo, es sólo una parte. La otra es que, a medida que sostenemos en el tiempo la intención de cultivar el perdón, algo nuclear de nuestro Inconsciente (nuestra Esencia, nuestro Sí Mismo) a su vez trabaja subterráneamente para que el perdón acontezca. Sí: la médula del perdón deviene de una instancia interna superior. Por eso se llama per-don: es un don que viene desde algo muy hondo (en inglés, forgive, siendo que to give no sólo es dar, sino también consagrar, o sea: con-sagrar). De manera que decidir perdonar implica disponerse a hacer, humanamente, nuestra parte en ese proceso, y también a pedir a esa instancia interna (como en una oración) que tenga a bien desplegar eso más sutil que, desde nuestro psiquismo limitado, no podemos ejecutar. Así, cuando el perdón adviene y sentimos la herida limpia, es porque muy dentro han convergido nuestro trabajo psicológico intencional y el trabajo de nuestro Sí Mismo (sin el cual el perdón no acontece). Esto toma tiempo; y perdonar no significa aceptar que el dañador nos siga dañando, o que retorne a nuestra vida si lo hemos expulsado: implica que esa persona ya no ocupe tanto espacio dentro de uno. De modo que no se trata sólo de “ser magnánimo con quien nos hirió”, sino de des-enquistar al otro del enorme lugar que ocupa cuando una herida no ha cicatrizado. Ése es el primer perdón. Pero hay tres más. Segundo Perdón: El segundo es el que refiere a pedir perdón (tarea indispensable en el propio proceso evolutivo): revisar nuestra historia y el día a día, determinando a quiénes hemos lastimado. Por torpeza, por inmadurez, por ignorancia, por egoísmo… Una vez detectados a conciencia estos actos incisivos, será necesario ofrecerle al otro, -si aún es posible-, nuestro reconocimiento del error: ayudarle a que despliegue el proceso de su primer perdón, pues ese proceso es más fluido si quien hirió se hace cargo de la herida frente al herido. Éste también es un acto liberador, ya sea que nos brinden la disculpa o no (y debemos estar preparados para lo último, con coraje y dignidad). Tercer Perdón: Del tercer perdón también se habla mucho: perdonarse a sí mismo por el daño causado a otros. Cuarto Perdón: Pero al cuarto no se lo menciona, y quiero destacarlo: en un momento de soledad, de quietud, a corazón abierto, pedirse perdón a sí mismo. Pues en muchos aspectos de nuestra vida hemos sido el heridor y el herido: nos hemos despreciado, nos hemos saboteado, nos hemos exigido hasta agotarnos, nos hemos expuesto al abuso reiterado de otros heridores, sin brindarnos cuidado ni afecto… (Incluiría en ello el pedirle perdón a nuestro cuerpo, pues con frecuencia ha sido lastimado por nuestras actitudes hacia él.) Si no nos disponemos a transitar este cuarto perdón, los otros tres por sí mismos no alcanzarán a cerrar los círculos abiertos, dado que cada uno de los cuatro perdones dinamiza el proceso de los otros tres, necesitándose recíprocamente. Pedirse perdón es un acto de amistad consigo mismo, tal como lo haríamos en el segundo perdón con cualquier ser querido. Y… necesitamos ser para con nosotros mismos un ser querido! El único con el que conviviremos hasta el fin de nuestros días (y más). Recordando también que, como dijo el gran Jung: “Nadie puede relacionarse con otro mientras no se relacione primero consigo mismo”. Que así sea! Te abrazo y espero en Psicoterapia. Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Ponerle el corazón a todo.

    Yo le pongo el corazón a todo. Y no digo sólo que lo haga con ternura, digo que me apasiono y me comprometo con todo, especialmente con entender cómo el otro necesita ser querido(a). Me apasionan los libros, la poesía, la gente diversa, el arte, la danza, los juegos infantiles, la gente que investiga, las resistencias sociales, los artesanos, los campesinos, la gente que se sana humilde e incansablemente, las mariposas, los gatos, la lluvia, la majestuosidad de la mañana y la profundidad de la noche. Ahora lo que pasa es que me apasiono tanto que en un mundo que no se compromete del todo y a veces todo se lo toma desde el prejuicio o la crítica, pues encuentro que la verdad es que no puedo esperar que los otros  me inviten a moverme para yo bailarme hasta la melodía del aire; entonces ahí he aprendido mucho. Sobre ponerle el corazón he aprendido que: 1. Ponerle el corazón no es dejarme llevar ciegamente por él, sino ponerlo a danzar con la razón, el intelecto, porque el mejor amor es un amor inteligente. 2. Ponerle el corazón es hablar mucho conmigo misma (intuición), si yo creo en un mundo ético pues tengo que empezar con mi propia ética, entonces ahí yo no lucho ni me dejo entrar en luchas, yo fluyo y soy consciente de los precios que estoy dispuesta a pagar. 3. Ponerle el corazón es observar toda la información y sentir alrededor, y tomar de eso lo que mejor sintonice con mi consciencia, espíritu y emoción, entendiendo cuándo es el ego el que me sesga y cuándo la humildad. 4. Ponerle el corazón es dejar de pretender que mi paz está en las fórmulas de la felicidad o el éxito que venden, sino que está en transitar de manera consciente por mis propias sombras y luces, rodeándome de herramientas y gentes conscientes, preparadas y sensibles. 5. Ponerle el corazón es que veo que todo cambia constantemente, y eso implica que voy cambiando y que el mundo cambia y allí las etiquetas inamovibles de "ser mujer es...ser latina es... ser exitoso es...ser feliz es...ser consciente es..." no me sirven...La rigidez mental, social, emocional, conceptual y cultural, nos hacen daño. Yo abrazo todo con su luz y su oscuridad. 6. Ponerle el corazón es que crezco desde la FE y aclaro mejor ese concepto en la meditación Pazciencia y Amor Propio que ya va a iniciar en su segundo grupo! Y es un reto profundo y contrastante, muy emotivo y provocativo y además, ya llegamos a 2 familias con alimentos. Ponerle el corazón es que yo no hablo del mundo justo que quiero ver afuera, sino que me hago responsable de construirlo. Te invito a conocer algunas herramientas: https://www.ellamigra.com/meditacion-pazciencia-y-autocuidado Le seguiré poniendo el corazón. Te abrazo y espero en Psicoterapia, Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Sana tu relación con la comida.

    Ayer tuvimos una entrevista con Raquel Lobatón, Nutrióloga incluyente, Educadora en Diabetes y madre de 4 hij@s. Trabaja bajo la filosofía de HAES® (Salud en Todas las Tallas) y bajo el modelo de Alimentación Intuitiva. Ella cree firmemente que la diversidad corporal nos enriquece y que todos los cuerpos merecen los mismos derechos. En esta época y en el contexto de consumo que vivimos, se les vende a las mujeres y hombres la idea de salud desde la delgadez o de cuerpos "esbeltos"; hay que ver los referentes de las películas de Disney para los niños y las niñas, la obsesión por la dietas y las cirugías estéticas que cada vez tienen más adeptos, las películas que muestran que el gordo no tiene el éxito que busca en razón de su peso, y que cuando logra ser delgado, obtiene todo lo que había ansiado. Antes de la presentación del Live que tuvimos, nos dijeron que tuviéramos cuidado de no promover la Obesidad porque Raquel plantea que es necesario y saludable "acabar con la gordofobia". Tenemos tan introyectado en nuestro inconsciente la idea de las tallas grandes como algo que se debe cambiar, que a veces estamos convencidas de que delgadez es igual a salud y que una persona gorda o de tallas diversas es lo mismo que obesidad. Con esta entrevista y las que vendrán, mi llamado es a ampliar nuestras conversaciones sobre la salud y la diversidad. Vivimos amarradas a las dicótomas y buscamos movernos de un lugar a otro de ellas sin darnos cuenta de la riqueza que se queda en medio. Entonces clasificamos al mundo en: Feliz o Infeliz, Gordo o Flaco, Saludable o Enfermo, Lindo o Feo, Exitosa o Fracasada, y entonces nos enfrascamos allí y el cerebro automáticamente asocia ante ello que una cosa es positiva y la otra negativa y ahí no hay ni empatía, ni aprendizaje, ni creatividad, ni riqueza emocional y ni variabilidad conductual. Te invito a ser diversa y curiosa en tu apreciación de ti misma, en la vivencia de tus emociones, en los recursos que asumes para sanar, en la manera en la que te relacionas con otros a tu alrededor y en la manera en que piensas y crees que el mundo "es"; hay tantos contextos de la realidad humana como ojos que miran y manos que sienten. Lo cierto es que permítete ser amorosa, empática, libre, reflexiva, ética, respetuosa, justa, equilibrada y responsable cuando se trata de cuidar de tu salud, cuidar a otros y hablar de ti y del mundo. Pide ayuda siempre que una conducta te reste poder, paz, nutrientes, amor propio, autocuidado, calma, descanso, goce, reto y desarrollo integral; pide ayuda y no temas, recuerda que aquí estoy yo. Hagamos viral la empatía dejando de opinar y alabar siempre los cuerpos de los demás y de maltratar el propio. A mi consulta han llegado mujeres delgadas y "fit" absolutamente destrozadas en su autoestima y presas de los piropos que amigos y cercanos les hacen por lo "rigurosas" que son con sus "dietas y ejercicios", han llegado mujeres con cuerpos hermosos y mentes profundas sintiéndose "horribles" porque se ven muy "gordas, viejas" y desde allí no creen merecer y han llegado otras en una batalla eterna por su sobrepeso que ninguna dieta ha podido llevarse: Bulimia, Anorexia, Desnutrición, Obesidad, Ortorexia...todos esos han pasado por mi consulta. Claro que lo trabajo con un equipo interdisciplinar. Como Raquel nos contaba ayer, las dietas no sirven, lo que funciona es un estilo de vida intuitivo, equilibrado; acorde con el cuerpo, emociones, contexto, cultura, economía, necesidades, herencia genética, biología, recursos y momento vital de cada quien, en un proceso de consciencia continua. Te pido que te preguntes:⁣⁣ ⁣⁣1. ¿Cuál es la historia en tu cabeza de lo que comes?⁣⁣ 2. ¿Crees que hay comida buena y mala?⁣⁣ 3. ¿A qué entramado emocional crees que obedece un trastorno de conducta alimentaria?⁣⁣ 4. ¿Utilizas la comida como recompensa o castigo?⁣⁣ 5. ¿Qué crees que entiende tu cuerpo cuando se te da por hacer dietas?⁣⁣ El enfoque de Salud en Todas las Tallas no defiende que todas las personas, en todos los pesos, estén sanas. De solo ver el tamaño del cuerpo de alguien (delgado o gordo) no podemos hacer ninguna inferencia certera acerca de su estado de salud (cardiovascular, metabólica, mental, etc.). Y hay personas con problemas de salud o mayor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades en todos los pesos. Tampoco niego la correlación estadística entre IMC y ciertas condiciones de salud, lo que pongo en duda con base en una revisión crítica de la literatura científica es que dicha correlación sea equivalente a causalidad. Salud en Todas las Tallas (HAES por sus siglas en inglés) es un movimiento inclusivo que celebra la diversidad de cuerpos, honrando las diferencias de tamaño, edad, etnicidad, género y otros atributos de las personas. Es un acercamiento a la salud que valora la experiencia propia y la sabiduría del cuerpo de cada persona. Promueve una manera de comer armoniosa, placentera y en sintonía con las señales internas de hambre y saciedad, tomando en cuenta y respetando las condiciones sociales que rodean la alimentación de cada persona. No te pierdas los recursos que sugiero en mis redes sociales. Te abrazo y espero en Psicoterapia, Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

  • Pánico o miedo a salir, o síndrome de la cabaña.

    Qué tiempos retantes los que vivimos. Cambios en nuestras rutinas, horarios laborales, prácticas de relación y comunicación, hábitos de vida, medios para vivir el amor y maneras de comunicarnos. Hay a quienes la incertidumbre de estos tiempos y los retos en la situación económica, los han golpeado de manera más profunda. Este tipo de crisis a escalas grandes y con tanto en juego (lo económico, lo social, lo cultural, lo familiar, lo emocional, lo laboral, lo migratorio), nos despiertan síntomas o sentires que habían estado ocultos, nos encaran con las decisiones de vida que hemos tomado para llegar a cómo estemos en este momento, nos encaran con realidades de otras culturas o grupos de personas que no habíamos visto antes, nos confrontan con intensidad máxima en la relación con nosotros mismos y quienes convivimos, y eso, es naturalmente, muy retante. No hay un manual para vivir este tipo de situaciones desatados por la Pandemia. No hay manera de vivir la cuarentena siempre en el mismo estado de ánimo ni pensamiento; es normal y necesario pasar por todos los estados de ánimo y sentir agobio. Lo cierto es que no es deseable quedarnos en estados de desolación y sufrimiento profundo, ni mucho menos lidiar solos o solas con nuestro dolor, angustia, miedo, tristeza, ansiedad, estrés o preocupación. Cuando ninguna de estás cosas se sacan o se trabajan en espacios como la psicoterapia, normalmente terminan en síntoma y para muchas personas, en tortura (sufrimiento) emocional. Han pasado los meses. Yo no sé cómo te sientas tú, cómo estén los tuyos, qué pienses del mañana, qué parte del cuerpo te esté pidiendo atención o cuáles son los sueños o deseos que hoy te mueven; lo cierto es que para muchos, el hecho de estar en casa ha sido un gran reto por diversos motivos. Tal vez tú te sientas más cómodo o cómoda con esa situación, sin embargo tendrás a tu alrededor a personas que podemos ayudar a transitar de manera más empática y amorosa, hacia una realidad en y pospandemia más amable. Yo me encuentro en mi cotidianidad con muchas personas que, frente a las medidas del aislamiento que se han sostenido por muchos meses o semanas, se sienten raras, preocupadas o con temor de salir a la calle, de retomar rutinas con otras personas o temen que esto se quede para siempre. Cosas que antes eran cotidianas, como ir a comprar el pan del desayuno, se han convertido en todo un protocolo. Algunas de ellas me han reportado cómo, ante salidas o encuentros con personas, experimentan cuadros de ansiedad: palpitaciones, fatiga, sudoración, dificultades para dormir, pensamientos catastróficos, evitación extrema de cualquier encuentro, obsesión por medidas de desinfección o problemas gastrointestinales. ¿Qué es el síndrome de la cabaña? No se trata de un trastorno psicológico, es una consecuencia al hecho de pasar tanto tiempo confinados en un lugar específico, lo cual genera miedo paralizante a retomar espacios públicos. El síndrome de la cabaña no es una enfermedad en sí misma; sin embargo, los síntomas relacionados pueden llevar al paciente a tomar decisiones irracionales, las cuales potencialmente podrían amenazar su vida o la vida del grupo con el que está confinado Se produce un cuadro ansioso depresivo tras un época de encierro (ocurre también en procesos de enfermedad en el hospital o en casa, en la cárcel, secuestros, tiempos prolongados en zonas alejadas de contextos humanos). La persona se da cuenta de lo que siente cuando afronta la salida al exterior. ¿Cuáles son los signos? Inquietud Disminución de la motivación Irritabilidad Desesperanza Dificultad de concentración Problemas de sueño Impaciencia Tristeza persistente Cansancio Pensamientos muy negativos y catastrofistas Evitación de salir y contactar con otros Experimentar que la única zona segura es la casa Experimentar ansiedad cuando sales ¿Por qué ocurre el síndrome de la cabaña? Es una reacción normal de tu organismo, no obstante, al no detectarlo a tiempo te puede llevar a desencadenar futuros problemas cuando vuelvas a la rutina. También es necesario precisar que las situaciones de "encierro" pueden despertar cuadros pre-existentes de ansiedad, depresión, estrés o enfermedad psicosomática. Es necesario que acudas a un profesional de la salud mental para que pueda guiarte en este proceso, y acompañarte a extrapolar todo lo que perturba tu bienestar y generar nuevas y paulatinas rutinas con las condiciones actuales. ¿Qué hacer si me siento así? Planifica salidas graduales y con las medidas requeridas Cultiva prácticas de respiración, hidratación adecuada y autocuidado Contacta ocasionalmente de manera semanal, a personas de tu confianza Comparte tus datos básicos de ubicación a personas cercanas No te exijas de más y no te llenes de cursos o ideas de emprendimiento Revisa y re-organiza tu perfil laboral u ocupacional y ponlo en redes públicas profesionales No hagas dietas ni retos deportivos extremos No te auto-mediques ni te auto-diagnostiques Mantén rutinas diarias de estiramiento y movimiento del cuerpo controlado Procura hacer cosas que impliquen trabajo manual Desconéctate de redes sociales y no te exijas a responder todos los mensajes siempre Acude a Psicoterapia Te abrazo y espero en Psicoterapia, Carolina Leguizamón M Psicoterapeuta

  • ¡Dar la bienvenida al 2021!

    ¡Hola! Sin duda el 2020 podría ser uno de esos grandes maestros que uno tiene en la vida. Los maestros no llegan siempre de la misma manera, ni con grandes honores, ni llenos de gozo. A veces llegan de golpe, sin anestesia y con mucha contundencia. Los maestros son personas, situaciones, lugares y relaciones que nos vienen a mostrar con espejo y no con lupa, de qué estamos hechas y hechos, de dónde venimos, qué puertas siguen abiertas en nuestro camino, qué herida sagrada nos toca sanar aún y quiénes estamos siendo para que el mundo y relaciones a nuestro alrededor estén como estén. A los maestros no se les puede resistir, entre más resistencia más sufrimiento, a los maestros se les escucha y se les interpela con narrativa, con humildad, con empatía, con honestidad y con dureza. Uno puede oponerse a ellos todo lo que quiera, pero la verdad es que no se van hasta que no aprendamos la lección individual y colectiva que, en el orden social, mental, cognitivo, emocional y espiritual, necesitamos. Así que deseo que este año aprendas y profundices en tus caminos, migraciones, dolores, alegrías, amores, desamores, libertades, creaciones y pasiones, de una manera resiliente, creativa y paciente. Como diría Virginia Gawel: Hoy volveré a nacer: pido permiso. Permiso útero, permiso cordón prieto. Permiso agua, placenta, oscuridades. No podrá retenerme la tibieza plácida y calma del vientre cobijante. No podrán disuadirme las presiones de este túnel de carne que hoy me puja. Con decisión inequívoca y sagrada determino nacer: me doy permiso. Y aquí estoy, desnudo de corazas, dispuesto a recibir besos y abrazos (no la palmada que provoque el grito: ya no permitiré que me golpeen).(...) Tengo coraje para empezar de nuevo: fortalecido en mis fragilidades lloro de dicha, de dolor… Lloro de parto. Lloro disculpas a quienes no me amaron, por el maltrato, el frío, el abandono: lloro la herida de todo lo llorable. Y lloro de ternura y de alegría por tanto recibido y encontrado: lloro las gracias por el amor nutricio, por la bondad de los que me ampararon.(...) Me perdono y perdono a quien me hiriera. Vengo a darles y a darme íntimamente una nueva ocasión de parimiento a la vida que siempre mereciera. Me la ofrezco y la tomo. Me redimo. Con permiso o sin él, YO me lo otorgo: me doy permiso para sentirme digno, sin más autoridad que mi Conciencia. Bendito sea este Renacimiento. Un abrazo muy grande de alma a alma. Te espero en Psicoterapia, Carolina Leguizamón M Psicoterapeuta

bottom of page