En mis procesos psicoterapéuticos con consultantes, pero también en mi propio proceso de sanación inacabado y en constante aprendizaje, entiendo que el afecto y la estética del cuidado tienen todo que ver con nuestros procesos de calma del sufrimiento emocional en diversas experiencias y contextos; por eso he explorado y te invito a explorar herramientas de la terapia narrativa, el yoga de la voz, la psicoinmunoterapia y el arte en su basta y bella expresión.
Siempre digo: "Cuando miramos al pasado lo haremos para revisitarlo con pinzas de cirujano, con inocencia de niños y niñas y con tacto de seda". No podemos ir por la vida revolviendo, manoseando, escarbando morbosamente o evadiendo nuestras heridas familiares, de infancia y de vida y los contenidos inconscientes que de ellos se derivan; y digo que no podemos porque al hacerlo estamos perpetuando el sufrimiento emocional, la conducta adictiva, el temor, la rabia o el patrón de relación/comportamiento que queremos eliminar en nuestra vida.
Si en vez de trabajar mi herida, adicción, dolor, patrón de relación violento o manía en contextos psicoterapéuticos, lo hago probando todo tipo de recetas incompatibles, lo único que estoy logrando es que mi herida se "vuelva resistente al antibiótico" y cada vez sea más compleja de sanar.
No se trata de soltar por soltar, ni de perdonar a todo aquello que nos hirió como quien indulta o excusa todo, se trata de resignificar el vínculo que tenemos con nuestras experiencias de vida y las personas que en ellas fueron protagonistas. Te podría decir mil cosas ahora de cómo lograrlo y sin embargo no me alcanzarían las palabras y realmente creo que todos y todas somos expertas y expertos en nuestra propia vida, entonces lo que necesitamos son espacios conscientes y profesionales para despertar nuestra propia experticia en volver al origen de sanación, de inocencia, de luz.
En lo que respecta a nuestra historia familiar te puedo decir que los mandatos familiares son ideas construidas, aprendidas y transmitidas que normalmente operan desde nuestro inconsciente y se convierten en la brújula desde las cuales nos permitimos establecer o no relaciones íntimas y expresamos algunas de nuestras emociones. Siempre estarán, el objetivo entonces será descubrir y cambiar aquellos que nos restan estima, que nos recuerdan siempre una herida en particular (por ejemplo el rechazo, el no ser reconocida, el no ser suficiente) y decidir soltarlos.
Te quiero sugerir estas preguntas para trabajar tus heridas emocionales:
1. Revisa cómo y por qué te has apegado a tu herida: el papel que juega en tu historia actual.
2. Revisa de qué manera te has creído todo lo que piensas: El pensamiento es una historia que nos contamos soportado por unos procesos neuronales maravillosos, pero entiende que TÚ NO ERES UN PENSAMIENTO, y así puedes enriquecerlo y poco a poco modelarlo a tu favor.
3. Revisa cómo has vuelto a tu herida emocional poderosa, ya sea evadiéndola o metiéndola en contextos y relaciones que la alimentan, entonces explora otras opciones y relaciones.
4. Revisa cómo te hablas y te miras: recuerda que el dolor nos hace actuar desde el miedo y muchas veces dañamos y hemos sido dañados desde la inocencia del miedo.
Te espero en los espacios de Ella Migra y en mis espacios de Psicoterapia.
Te abrazo,
Carolina Leguizamón M
Psicoterapeuta
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