top of page

4 hábitos para priorizar tu salud mental

No hay salud sin salud mental, y no hay salud mental sin las condiciones a nuestro alrededor que lo permitan y sostengan.

No hay salud sin salud mental. A estas alturas, esta teoría la tenemos prácticamente asimilada, pero otra cosa es la realidad. No hay fórmulas mágicas para cultivar nuestra salud mental y te pido renunciar a buscarlas, porque la salud mental es en realidad salud BIOPSICOSOCIAL, es decir, no somos personas divididas ni la suma de las partes. Todas las condiciones que nos permiten experimentar bienestar están interconectadas y requerimos entender que más que buscar que estén en equilibrio, debemos procurar darle lugar, tiempo y espacio a sentir, pensar y narrar nuestras emociones, pensamientos, cuerpos y relaciones en una constante reflexión, cambio y trabajo alrededor de nuestras prácticas de cuidado de nuestra vida, nuestras vidas.


En el último tiempo he estado viajando mucho, con varios cambios que a veces siento abrumadores y sin un momento de estabilidad alcanzable en el corto plazo, con lo cual he reafirmado las siguientes prácticas para priorizar mi salud mental que hoy te quiero compartir:


#1. Agendar momentos de autocuidado

Lo que no agendas no existe, le escuché a un colega hace unos meses y me quedó retumbando. No se trata de autoexplotarme, si en definitiva no encuentro el tiempo para caminar, escribir, gritar o tener esa charla con mi amiga, pues ni modo, hoy no será. Lo cierto es que en pleno uso de mi sensatez, debo agendar momentos de autoconexión porque de otra manera nadie me los dará, incluso así ese alguien tenga las mejores intenciones. Cuidarnos no debería ser un extra, pero con el frenesí del día a día suele pasar que lo dejamos para el final del día, con el consiguiente riesgo de que ese ‘momento para mí’ nunca llegue. Ese autocuidado/descanso no tiene por qué ser en forma de grandes planes, simplemente son pequeños placeres: leer, un automasaje, una meditación, ejercicio, comer algo rico…Así mismo ATENCIÓN con algo: El autocuidado puede basarse en prácticas activas (movimiento, actividades, charlas, arte, salidas, etc) o pasivas (dormir, reposar, estar en silencio, abstraerse del mundo, contemplar) y aún más importante: El autocuidado no es un culto al "Yo", por lo que autocuidarnos auténticamente se basa en tener relaciones que con honestidad, ternura y respeto nos recuerden que nuestro cuerpo, mente, emociones, sentir y dolor, es legítimo y merece respeto y espacios de dedicación.


#2. No sentirme mal cuando decida autocuidarme

Tengo que decir que para muchas personas, especialmente para las mujeres, autocuidarse resulta un lujo, debido a las considicoines sociales, culturales y de opresión e inequidad en las que viven; así mismo, para muchas mujeres, pensar y hacer prácticas de autocuidado las pone en riesgo porque son culpadas, juzgadas, criticadas o excluidas en sus relaciones cercanas. La culpa es una experiencia socioemocional necesaria de abordar y trabajar cuando pensamos en el autocuidado auténtico. Así que si tú como yo has pasado por momentos en donde piensas que el autocuidado es un "lujo" o que cuesta mucho, es importante que empieces a cuestionar el tipo de relaciones en las que te encuentras y procures contar con manos seguras, honestas y confiables que te permitan pensar en dónde aprendiste a dar sin recibir y quién probablemente se ha beneficiado de eso por encima de tu propio bienestar.


#3. Dejar cosas sin hacer

Para quienes me conocen esta es la más difícil de todas las actividades a agendar para autocuidarme. Me cuesta no hacer. Con el tiempo he logrado pensar más y gestionar de manera efectiva mis neurosis, pero sigo en el camino de aprendizaje para obligarme a parar todos los días como mínimo media hora. En eso voy. No se trata de procrastinar como forma de vida –aplazar cosas para mañana como norma no es bueno para la salud mental–, pero sí de aligerar los ‘tengo que’ de la agenda y saber qué cosas se pueden dejar de hacer en favor de nuestro bienestar. Tal y como me explicó la psicóloga Lucía Morales, es distinguir las tareas prioritarias que no se pueden dejar de hacer –lo urgente se vuelve prioritario si no se resuelve a tiempo– de aquellas que pueden esperar.


#4. Desconectar para conectar

Me cuesta desconectar cuando llego a casa, durante el fin de semana o en unas vacaciones, pero mi propósito es aprender a desconectar en esos momentos. Y un primer paso para lograrlo es guardar el móvil al llegar a casa (siempre que sea posible) y centrarme en los míos. Además, teniendo en cuenta que la hiperconectividad provoca insomnio, irritabilidad, mal humor, falta de energía y agotamiento mental, parece necesario poner límites a esa conexión permanente a las pantallas. Leer más y mirar menos Instagram es también otra manera de lograrlo. Además, tal y como afirma Ixi Ávila, “al descansar aumentarás tu productividad. Es mejor trabajar dos horas al 100% que cinco al 30%”. Y desconectar también es descansar.


Cuéntame: Tienes alguna otra actividad sugerida?

Te abrazo y te espero en un café virtual y en nuestros Psicoprogramas.


¿Ya escuchaste nuestros episodios para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí.


Psicoterapeuta




bottom of page