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No vine de vacaciones, sino de visita: Duelo migratorio y el regreso al país de origen.

En el último Post hablamos de cómo el volver al país de origen o punto de partida para las personas en condición migratoria, NO es para nada un paseo tranquilo ni unas vacaciones. Por el contrario, resulta en una experiencia emocional muy densa y llena de matices emocionales en donde el encuentro y el desencuentro se cruzan y generan experiencias emocionales diversas que nos cuestionan sobre nuestros afectos, los cambios que hemos tenido, el próposito en lo que estamos haciendo y el tipo de vínculos que queremos y necesitamos.


Ese tema ha desatado muchas reflexiones que puedes ver AQUÍ y sumarte a la conversación.


Ese Post me ponía a pensar en algunas de mis reflexiones sobre la emigración. Todas y cada una de ellas se las debo a los relatos de mis consultantes, a quienes desde aquí me gustaría dar las gracias por todo lo que me enseñan cada día:



  1. Crisis no solo es sinónimo de oportunidad. Desde el estallido de las últimas crisis sociales hace ya unos cuantos años, no hemos dejado de escuchar una frase que, pese a ser un mantra oriental, parece cocinada en una convención de emprendedores: "Crisis = oportunidad". "Crisis = oportunidad". "Crisis = oportunidad". Este enunciado encierra trampas. La crisis, antes que cualquier otra cosa, es un desafío psicológico. Las situaciones que tienen que enfrentar los emigrantes van a poner a prueba su equilibrio emocional. Solo si disponen de los recursos psicológicos para superar esas situaciones convertirán su aventura en una oportunidad.

  2. Emigración idealizada. Tengo la impresión de que a través de las redes sociales se ofrece una imagen idealizada de la emigración. Se dibuja como un "paraíso", una aventura que lleva implícita un eslogan subliminal que asegura que fuera se vive mejor. Esas ideas hacen que perdamos de vista las complejidades que supone la adaptación a otro país, otra cultura y en muchas ocasiones, otro idioma. Muchas personas de hecho sufren complejos retos para poder llevar a flote una autoestima y autogestión sana. Parte de mi trabajo consiste en dejar claro que no son los(as) únicos(as) que se sienten así y que lo que les sucede es normal. Creo que si hiciésemos un esfuerzo de responsabilidad por mostrar una imagen más realista de las dificultades que implica emigrar estaríamos preservando la autoestima de muchas personas.

  3. Un proyecto de vida. Muchas personas que se van suelen hacerlo con la idea de volver en algún momento. Pero, con el tiempo, volver es complicado, y uno de los problemas que surgen es la sensación de quedarse atrapado(a) en el extranjero, con un pie en cada mundo. A veces ese bloqueo hace que se demoren decisiones importantes relacionadas con el proyecto de vida como la posibilidad de extender familia o adquirir bienes. A veces, desde el extranjero, la decisión de comprar un sofá genera angustia porque eso supone ponerse demasiado cómodo en el país de acogida, cuando aún no se ha decidido dónde se quiere vivir.

  4. El duelo migratorio. Algunos de los que se fueron con la idea de regresar descubren por el camino que no pueden renunciar a lo que les ofrece el país de acogida. Se han enamorado o han encontrado el desarrollo profesional que buscaban. Ponen los pros y los contras en la balanza y deciden quedarse a vivir en Reino Unido, Alemania, etcétera. Pero esa decisión no es fácil, implica muchas renuncias, asumir que la vida en el país de origen continuará sin ellos, que no estarán en los acontecimientos importantes de familiares y amigos, que siempre tendrán un acento que les hará diferentes. Aceptar todo eso, no solo en el nivel racional, sino también en el emocional, tiene todas las características de un duelo y por eso se le llama duelo migratorio.

  5. Hay un techo de cristal en el desarrollo profesional. Esto es lo que aseguran todos los que deciden establecerse definitivamente en el extranjero. ¿Cuántos de ellos(as) ocupan puestos de responsabilidad en las empresas o en los partidos políticos?


Seguiremos reflexionando de este tema...Como diría Neruda, "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Quien se fue ya no volverá a ver el mundo de la misma manera, habrá aspectos de su cultura de origen a los que le será muy difícil adaptarse, querrán introducir en su entorno la nueva manera de hacer las cosas, las cosas buenas que se han traído de su país de acogida. Pero estas nuevas maneras no siempre van a ser bien recibidas. Las dificultades para readaptarse al volver al país de origen tmbién son motivo de consulta. De hecho, en algunos casos extremos, esta dificultad puede llevar a la persona a volver a mudarse continuamente en busca de un sitio donde sentirse en casa, es lo que se conoce como síndrome de Ulises.


Sigamos en conexión y empatía, porque la experiencia migratoria que nos ha dado tanta riqueza económica, social, cultural, genética y apistemológica en nuestra especie, es también fuente de muchas complejidades a nivel individual y colectivo.


Te abrazo y te espero en nuestros espacios terapéuticos.

¿Viste los últimos videos? Descúbrelos aquí.


Psicoterapeuta

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