Conversar es el Arte de crear un contexto emocional empoderante en una relación. Aquí siete claves para conversar mejor.
Pensamos que la mayor parte de las cosas que comunicamos están mediadas por las palabras escritas o dichas y nos esforzamos muchas veces por la redacción o elocuencia de lo dicho; y si bien esto es fundamental, el “clic” de una conversación que tenga resultados justos y estéticos para cualquiera de los interlocutores, se basa en la consciencia sobre la comunicación no verbal y la apertura a establecer un contexto de GANAR-GANAR en la relación, donde prime el cuidado por las emociones que se despiertan y donde se apliquen los principios de “No tomarse nada como Personal” (es decir, no equiparar lo que se dice con la esencia o identidad de las personas y la mía propia) y “Partir de la propia experiencia” (es decir, hablar en primera persona siempre y ejemplificar la manera en como un hecho nos hizo sentir o lo que entendemos de lo vivido o dicho en la relación).
Conversaciones difíciles son aquellas que a cada uno nos cuestan por las consecuencias que anticipamos de las mismas (puede tener que ver con expresar quejas, peticiones, reclamar algo, decir que no… hablar con un superior o con alguien con posicionamientos muy diferentes a los nuestros…). Puede pasar también que una conversación que no parecía difícil se transforme en tal. Hay señales en el interlocutor que nos lo pueden indicar: silencio, reacciones desproporcionadas, síntomas de inseguridad o intranquilidad… Si percibo que no va a acabar bien o que me está alterando mucho (o a mi interlocutor) es más acertado parar y posponer la conversación.
Dados los avances tecnológicos y la aparente “sobre comunicación” a la que nos vemos expuestos, muchas veces dejamos nuestras conversaciones para ser tramitadas por WhatsApp o las demás redes sociales, o acudimos a guías y diagnósticos en los buscadores de internet o a los videos de consejos en YouTube. Antes vivíamos en una sociedad de buceo, ahora es más de surfeo. Se tocan más olas, pero se profundiza menos.
Conversar es mucho más que hablar, que comunicarse. Muchas veces no vamos más allá de monólogos entrelazados.
Las conversaciones difíciles son una herramienta para hacer cambios profundos, tanto en el ámbito personal como en el profesional. A veces hay que mantener varias conversaciones para que el cambio sea efectivo porque una sola no es suficiente. Cada conversación es un universo irrepetible e impredecible, es una pieza única y refleja SOLO un fragmento de la historia construida y de las biografías de los interlocutores; navegar en las conversaciones es el arte de entrelazar lo dicho con lo no dicho, lo conocido con lo desconocido, lo que sabemos con lo por descubrir, lo que nos contaron con lo que sé y al final… es tener consciencia de la emoción genuina y sana que quiero dejar en el otro luego de la despedida.
Por eso conversar requiere un proceso primero de autoconocimiento y consciencia personal, sobre las propias emociones, límites, dolores, capacidades, historias y necesidades.
En Ella Migra nuestro objetivo es partir de esos lugares en tu historia personal, para que logres HACER ARTE de tus relaciones y de lo que te cuesta. Empezando siempre por la distinción de ser tú la FUENTE del cambio que quieres ver en el mundo.
Para que no haya desencuentros es importante que tanto el emisor como el receptor sintonicen las mismas claves.
Friedemann Schulz von Thun dice que lo expresado tiene cuatro caras:
1) el contenido objetivo, lo literal (es fundamental cultivar la claridad expositiva);
2) la autoexposición, aquello que dice de sí mismo, aunque no lo pretenda, el emisor (es clave la autenticidad);
3) la relación, lo dicho habla del tipo de relación, del lugar desde el que se habla (el éxito de una conversación pasa por un profundo respeto del otro y de su punto de vista aunque no lo compartamos) ;
4) la incitación a la acción, nuestras palabras indican de forma más o menos explícita lo que quisiéramos que ocurriera (una vez más es importante la claridad expositiva, el otro no tiene por qué suponer o leer entre líneas). Cada uno de nosotros desarrolla mayor sensibilidad hacia uno de los lados. Es fundamental que cada uno sepa cuál es el suyo y el de la persona con la que se comunica.
En una conversación se dan varias conversaciones: sobre las emociones, sobre lo que pasa, sobre la identidad y la relación y sobre la acción. Además, un elemento primordial en cualquier conversación, y más en una difícil, es manejar nuestra conversación interna y distanciarnos de ella. Algunas claves para manejar conversaciones difíciles son:
1. “Prepárate”. A mayor preparación más posibilidades de éxito, aunque tengamos que improvisar. Esto incluye: tener claros nuestros objetivos; conocer nuestra emocionalidad; cuestionar nuestra conversación interna (qué me estoy contando a mí misma); pensar en cómo es, piensa y siente la otra persona. “La carga emocional que conlleva una conversación difícil nos lleva con rapidez a olvidar las buenas intenciones para adentrarnos en una dinámica de vencedores y vencidos, una dinámica bélica”
2. “Construye el contexto adecuado”. El inicio es muy importante. Tenemos que ser capaces de dar seguridad a la otra persona y aclararle el contenido y objetivo de la conversación. También es relevante el lugar y contar con el tiempo necesario.
3. “Explora el punto de vista de la otra persona”. Antes de lanzar nuestra opinión y propuestas es fundamental dar cabida a que el otro exprese cómo ve el tema. Hacerlo muestra consideración y respeto hacia el otro. Como dijo el autor, implica atribuir la “presunción de inteligencia”.
4. “Muestra la forma en que tú lo ves”. Debemos ser claros y concretos respecto a los hechos que nos incomodan o disgustan y debemos mostrar cuán crucial para nosotros es la necesidad de cambio.
5. “Busca un acuerdo, un compromiso de acción y cierra bien”. Una conversación tiene éxito cuando se consigue un acuerdo y un compromiso de hacer o dejar de hacer (que puede afectar a una parte o las dos).
6. “Y, en todo momento, escucha activamente”. Supone estar atento a lo que el otro dice y lo que no; escuchar con los oídos y con los ojos; percibir sus emociones. Exige controlar nuestra conversación interna y estar atentos también a nuestras reacciones. “Saber escuchar es saber aprender, de la misma manera que saber aprender implica saber escuchar. Aprender no es otra cosa que abrirse a ser transformado, a cambiar, a ser diferente, con la expectativa de ser mejor, de tener más capacidad de acción” (Rafael Echeverría).
7. “Seguimiento”. Conviene concertar nuevas conversaciones para hacer una revisión de lo acordado.
· Estos últimos puntos son tomados del libro: “¿Cómo se lo digo? El arte de las conversaciones difíciles. El impulso de cambios efectivos a través del diálogo”.
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