Mujer migrante: una invitación a la integración suprema.
Actualizado: 4 oct 2021
En esos días he estado trabajando nuevamente en asuntos migratorios. A propósito de ello, me pidieron escribir una nota reflexiva y acá te la comparto.
Hay muchos motivos para migrar, y tantas historias y emociones particulares como seres humanos que emprenden el viaje y se mudan de vida y relaciones. No hay un proceso de migración igual a otro, aunque podamos hablar de condiciones y situaciones marco generales. La migración es el fenómeno de moverse temporal o definitivamente del lugar habitual de residencia hacia un nuevo lugar de acogida dentro del propio país o a través de fronteras internacionales.
Migrar remueve como pocas experiencias en la vida nuestros anclajes vitales y nos encara con todo lo claro, luminoso y gris de nosotras mismas; nos pone de frente, al desnudo y en honestidad con nuestros miedos, sueños, visiones, dolores, alegrías y nuestro Ser. Nos encuentra con la profundidad humana y belleza del amor en su máxima expresión, porque es a través de él, que nos embarcamos en un viaje de autodescubrimiento, encuentro con la diferencia y agenciamiento de la propia vida más allá de las circunstancias.
Independientemente de si vuelves a tu lugar de origen, la migración te marcará para siempre en un antes y un después; no serás la misma alma que fue y regresa, tendrás una identidad llena de matices, sabores, olores y sentires. La migración es profundizar en tus raíces (familiares, inconscientes y culturales) y sanar lo que ya no está, lo que se ha ido para siempre, lo que te costó y la que fuiste... es Ser tu hogar y hacer de cada morada un profundo presente de posibilidades.
La migración implica agrandar tus alas para integrarte a ti misma como un ser sexual, espiritual, biológico, social, cultural, revolucionario, pensante, sensual, mental y emocional. En el trabajo que realizamos en consulta individual y en espacios grupales en Ella Migra, hemos descubierto estás 5 claves que te invitan a la integración suprema: