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Foto del escritorPsicoterapeuta Carolina de Ella Migra

Más allá del choque cultural.

Actualizado: 8 nov 2021

Choque o encuentro de culturas: ¿Cómo nos miramos en las diferencias?

La vida me ha llevado a trabajar con personas de orígenes y contextos culturales durante muchos años. En ello han habido muchos retos como mujer, psicóloga y ser humano; algunos de esos retos no fueron ni son fáciles de transitar, pero con el tiempo y con una red de trabajo afectuosa y profesional he podido encontrar nuevas ideas y herramientas para comprender y gestionar los conflictos propios de los espacios de encuentro multicultural.


En estos días ultimando detalles para nuestro Taller Internacional de Diálogos Migratorios venía a nosotros el término de choque cultural. Alrededor de este término vamos a dar herramientas, preguntas y reflexiones y hoy te voy a exponer algunas ideas.


Ya lo has escuchado muchas veces y lo quiero recordar hoy: Nuestras emociones, afectos, maneras de relacionarnos, valores, aspiraciones, posibilidades, creencias y vínculos, están condicionados por la cultura en la que nos hemos socializado. No es que la cultura nos determine como si fuéramos sujetos pasivos del destino o lo que pasa alrededor, sin embargo, esa "identidad cultural" si nos da los referentes y brújulas para ubicarnos, relacionarnos y nombrarnos en el mundo.


Cuando hablo de la identidad cultural, me refiero en este contexto a ese sentido de pertenencia a un grupo, pueblo o comunidad determinado que nos hace valorar positivamente, y en cierta forma replicar, el entorno del cual venimos con todos nuestras herencias y aprendizajes, con sus características propias, más allá de la connotación personal que lleva nuestra propia singularidad. Todo esto puede ser muy positivo y ayudarnos a afianzar nuestra seguridad personal, así como varios lazos de amistad y convivencia, incluyendo coincidencias y confirmando percepciones y convicciones. No obstante esto, este enfoque también puede hacernos creer que hay una sola realidad, una sola verdad, una única perspectiva válida, y confundir peligrosamente las expresiones culturales con reglas que determinan lo que está bien, e incluso lo que es mejor globalmente.


Desde esa identidad cultural tendemos a interactuar con distintas personas y grupos al interior de un país o entre países y etnias distintas. Al ser un contacto humano, en ese encuentro intercultural cargamos prejuicios y creencias que a veces guardamos celosa e irreflexivamente y pueden desencadenar en conflicto personales e interpersonales o incluso, en reales crímenes de lesa humanidad. Estas “sentencias culturales” que nos planteamos para juzgar lo nuestro y lo de los demás con frecuencia sobre áreas verdaderamente desconocidas por nosotros, pueden hacernos llegar a conclusiones catastróficas y, lo que es peor, hacernos perder de grandiosas oportunidades de aprendizaje o de ampliación de nuestros horizontes.


Cuando trabajamos con personas en contextos migratorios diversos o en nuestra propia vida hemos inmigrado, es importante reconocer que el desplazarse o mudarse a otro país, trae consigo retos de reprogramación de nuestra vida diaria y rutinas vinculadas. El proceso de adaptación a otra cultura ya es estresante y, cuando subestimamos el desafío o nos negamos a aceptarlo, es como chocar la cara en la pared. Por otro lado, volver a casa después de una experiencia de intercambio, prácticas o experiencia laboral en el extranjero, suele empujar a muchas personas a una situación en la que ya no se adaptan a su país de origen: Tus horizontes se expanden, te acostumbras a una vida que no puedes tener en tu tierra natal, de repente, esa experiencia que se suponía era transitoria te abre a un mundo de posibilidades incompatibles con tu rutina anterior.


Comprendiendo el choque cultural:


Este término, conocido también con el vocablo inglés cultural shock, se refiere al conjunto de reacciones que puede llegar a experimentar un individuo, y por extensión el aprendiente de segundas lenguas o lenguas extranjeras, al entrar en contacto por primera vez con una cultura diferente de la propia, cuyo grado de conocimiento puede ser muy diverso entre individuos. Tal impacto suele tener una variable afectiva y una variable cognitiva. Desde el punto de vista afectivo, es posible que el sujeto experimente emociones como el miedo, la desconfianza, la incomodidad, la ansiedad o la inseguridad. Desde el cognitivo, puede experimentar un conflicto cognitivo entre su conocimiento del mundo por un lado y los marcos de conocimiento, los valores o las interpretaciones propias de la nueva cultura, por otro.


Para Kohls (1986) el Choque cultural es el término usado para describir las reacciones más acentuadas de desorientación psicológica que la mayoría de la gente experimenta cuando se mudan por un período prolongado de tiempo a una cultura marcadamente diferente de la propia. Este mismo autor, recomienda no ver el choque cultural como una enfermedad sino como una experiencia de aprendizaje y un hecho natural en el proceso de ajuste a una cultura diferente, inevitable si uno quiere tener el placer de experimentar otros países y culturas profundamente.


Por su parte Toffler (1973) advierte que, según la psicología experimental y la endocrinología, exponerse al cambio continuo e intenso repercute profundamente en la salud humana porque la cadena de acontecimientos biológicos provocada por nuestro esfuerzo de adaptarnos al cambio sostenido, a la novedad, y el consecuente estímulo excesivo del medio impone al cuerpo una sobrecarga del sistema nervioso y endocrino.


El cambio no es necesariamente negativo, el punto sería cuántos cambios, de qué tipo y por cuánto tiempo vamos a soportar por ejemplo en un proceso de choque cultural. «La persona que sufre el «shock» cultural se ve obligada, como el soldado y como la víctima de la catástrofe, a luchar con sucesos, relaciones y objetos desconocidos e imprevisibles. Su manera habitual de hacer las cosas –incluso cosas tan sencillas como llamar por teléfono– no es ya la adecuada. Tal vez la sociedad extraña este cambiando con gran lentitud; pero para él o ella, todo resulta nuevo. Signos, ruidos y otras claves psicológicas pasan corriendo por delante de él sin darle tiempo a captar su significado. Toda la experiencia adquiere un aire surrealista. Cada palabra, cada acción están llenas de incertidumbre.» (Toffler, 1973).


Algunos autores han definido el choque cultural como la pérdida de la operatividad de las estrategias de resolución de problemas que el individuo ha desarrollado en su lengua primera, cuando trata de aplicarlas al contexto de la nueva cultura. Otros han descrito el fenómeno de la aculturación, compuesto de las siguientes etapas: 1) euforia, 2) choque cultural, 3) stress cultural y 4) asimilación o aceptación.


Según las investigaciones actuales, se sostiene generalmente que cuanto mayor es la distancia entre la cultura propia y la extranjera mayor es el choque cultural. Sin embargo, la reacción del individuo viene condicionada por los factores personales (como, por ejemplo, la personalidad, la actitud, los conocimientos previos, la experiencia en situaciones de comunicación intercultural o las expectativas creadas en torno a la cultura en cuestión) y los factores socioambientales-económicos-políticos. Además de estos factores, también cabe destacar la importancia del tiempo de permanencia en el país extranjero, el establecimiento de vínculos profesionales y/o personales con miembros de la nueva cultura o la frecuencia de los encuentros con miembros de la propia cultura.



Parece obvio que el desarrollo de un determinado nivel de competencia comunicativa y competencia intercultural se corresponde con una mayor habilidad para superar las posibles consecuencias negativas o traumáticas de esta experiencia, sin embargo, se debe aclarar que:




  • No todas las personas viven el choque cultural de la misma manera.

  • No a todas las personas les aplican las mismas estrategias de afrontamiento del estrés aculturativo.

  • No todas las culturas de acogida se comportan de la misma manera con el o la inmigrante.

  • No es Frustración pues no es el producto de un evento específico o de una cadena de ellos; más bien proviene de la experiencia de encontrar maneras de hacer, organizar, percibir, o valorar las cosas en forma diferente de la propia, la cual amenaza la básica e inconsciente creencia de que las costumbres, asunciones, valores y conductas propias son las «correctas».

  • No aparece repentinamente o tiene una causa principal única; en lugar de ello es acumulativa, se va construyendo lentamente, de una serie de pequeños eventos difíciles de identificar.

Para algunos autores, el choque cultural generalmente ocurre en etapas y la reacción de la persona varía dependiendo de si se siente inadecuado o familiarizado con la cultura del país de destino, por ejemplo, según la duración de la estadía o el trámite de visado. Cada etapa influye en la percepción de cada experiencia en el extranjero y del país, diversos autores mencionan las siguientes etapas:

  • La etapa de encantamiento

  • La etapa del desencanto

  • La etapa de resolución

  • La etapa de adaptación


En nuestro Taller Internacional de Diálogos Migratorios sugeriremos estás etapas con base en nuestra experiencia personal y profesional:

  • Fase 1: Confusión

  • Fase 2: Irritabilidad y hostilidad

  • Fase 3: ¡Ábrete sésamo!

Así mismo daremos herramienta para trabajar, entender y profundizar en este tema interesante y complejo. Te invitamos a conversar de nuevas maneras alrededor del choque cultural.




¿Ya escuchaste nuestro último Episodio para aprender de tu sentir? Escúchalo aquí.


Psicoterapeuta




Bibliografía:


Oliveras, A. (2000). Hacia la competencia intercultural en el aprendizaje de una lengua extranjera. Estudio del choque cultural y los malentendidos. Madrid: Edinumen, Memorias para el aprendizaje, Serie Máster E/LE Universidad de Barcelona.


Rodrigo Alsina, M. (1999). Comunicación intercultural. Barcelona: Anthropos, Colección Autores, Textos y Temas Ciencias Sociales, n.º 22.


Consejo de Europa (2001). Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas: aprendizaje, enseñanza y evaluación. (2002) (http://cvc.cervantes.es/obref/marco). Ministerio de Educación, Cultura y Deporte - Instituto Cervantes - Anaya, 2003.


Byram, M. y Fleming, M. (1998). Perspectivas interculturales en el aprendizaje de idiomas. Enfoques a través del teatro y la etnografía. Cambridge: Cambridge University Press; Madrid: Cambridge University Press Colección Cambridge de Didáctica de lenguas, 2001.


Larsen-Freeman, D., Long, M. (1994). Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas. Madrid: Gredos.


Valdés, J. M. (ed.) (1986). Culture Bound. Cambridge: Cambridge University Press.



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