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El mensaje del miedo: Biología y consciencia.

Actualizado: 18 ago 2020

Una emoción básica que nos ha servido como especie para evolucionar y como individuos para tomar riesgos, a veces se tiraniza y nos paraliza llevándonos incluso a desarrollar cuadros complejos de pánico, ansiedad, compulsión, evitación, angustia, aislamiento y obsesión. Para muchos, es el “fantasma” debajo de la cama y la sombra al margen de nuestros pensamientos.


¿Qué es el miedo?

El miedo es una sensación angustiosa provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Es una reacción que comienza con un estímulo estresante y termina con la liberación de sustancias químicas que causan, entre otras cosas, que el corazón y la respiración se aceleren o que el cuerpo se ponga tenso. El miedo suele provocar comportamientos propios de la respuesta de estrés y una respuesta conocida como de lucha o huida.


Sin embargo, este es un fenómeno complejo que no siempre se manifiesta exactamente del mismo modo ni tiene las mismas causas. La idea de “vivir sin miedo” o “liberarse de miedos” es valiosa sin embargo un tanto irreal, dado que al ser una de las emociones básicas, está codificada como parte del ADN de nuestra esencia biológica; sin embargo, lo que SÍ es real, es que podemos tomarlo, vivirlo, experimentarlo y transformarlo en una FUERZA CONSCIENTE para mantener alerta nuestros sentidos en dirección hacia el movimiento evolutivo y en armonía con nuestro bienestar.



Las bases fisiológicas:

El cerebro humano es un órgano profundamente complejo. Más de 100 millones de células nerviosas forman una intrincada red de comunicaciones que son el punto de partida de todo lo que sentimos, pensamos y hacemos. Algunas de estas comunicaciones conducen al pensamiento y a la acción conscientes, mientras que otras producen respuestas autónomas.


La respuesta autónoma del miedo, es decir, la que no activamos de manera consciente, surge mucho antes de que nuestra razón haya podido decidir nada al respecto. Son muchas las áreas cerebrales relacionadas con el miedo. Estas son las más importantes:


Tálamo: decide dónde enviar datos sensoriales entrantes (de ojos, oídos, boca, piel)

Córtex sensorial: interpreta los datos sensoriales.

Hipocampo: almacena y recupera recuerdos conscientes; procesa conjuntos de estímulos para establecer el contexto.

Amígdala: decodifica las emociones; determina la posible amenaza; Almacena recuerdos de las emociones y del miedo.

Hipotálamo: activa la respuesta de "lucha o huida".


Esta base biológica, se conjuga y complementa con lo que social, cultural y familiarmente hemos aprendido sobre miedo:


¿Cuáles fueron tus primeras experiencias de miedo?

¿Qué ha sido lo más miedoso que has hecho y sentido?

¿Cómo recuerdas que se ha vivido el miedo en tu familia?

Con tus hijos y los niños que te rodean, ¿cuáles son las historias de miedo que se manejan?

¿Cuáles son los principales miedos que como mujer experimentas?

Si el miedo fuera un personaje, ¿cuál sería?


Nuestras historias de miedo (personales, de pareja, familiares, sociales y culturales) tienen una historia particular, unos intereses, un componente de imaginación y ficción que puede llegar a configurarse como amenaza y que es importante entender y profundizar en espacios conscientes y profesionales para intervenir de manera adecuada.


El mensaje del miedo:

Hay algo cierto en el miedo y es que tiene su propio ritmo y poética. Cuando lo confrontamos y le damos el lugar de compañero y le quitamos el lugar de líder tirano, nos permite descubrir la belleza de los retos, la ternura de los vínculos, la urgencia de los abrazos, la importancia de la ética y la estética en la interacción con el otro y uno mismo, los intereses ocultos detrás de los egos, los poderes que creíamos imposibles de alcanzar… También claro, nos devela fantasmas ocultos de nuestro inconsciente, nos confronta con sombras del mundo y nos marca la distancia entre el real amor y el apego.


Las lecciones zen sobre el miedo son también lecciones sobre el ego. Dicen los maestros de esa disciplina filosófica que, si el ego tuviera motor, el miedo sería su combustible. Para ellos, en realidad no se puede hacer un gran inventario de miedos, sino que estos se reducen a solamente tres. Y los tres tienen que ver con lo que llamamos “yo”. Esos 3 miedos básicos que derivan en otros escenarios son:


1. Miedo a la muerte: Invitación a Conservar la vida

2. Miedo a Perder el Yo: Invitación a comprender el sentido trascendente de nuestra vida

3. Miedo al Sufrimiento: Invitación a comprender el dolor y la felicidad como experiencias paralelas y enriquecedoras lejanas al sufrimiento y el irrealismo emocional.


Luego te hablaré de estos miedos. ¿Quieres compartirme tus experiencias sobre el miedo?


No dudes en escribirme.


Te abrazo y espero en Psicoterapia.


Carolina Leguizamón M. Psicoterapeuta.

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